viernes, 12 de febrero de 2016

El alzheimer del Villamarín.

Merino, ratificado hasta final de temporada.


Es triste, pero el beticismo, en este caso, y el fútbol español, en general, tienen muy poca memoria. La derrota del Real Betis en Getafe (1-0) fue el último capítulo de los 19 que vivió Pepe Mel en el banquillo verdiblanco, partido que supuso el fin de una continua historia de amor y desamor entre la entidad bética y el técnico. La crisis conyugal comenzó sin duda, en la decimoctava jornada, cuando un Eibar engrandecido humilló (0-4) a un Betis con sabor a Segunda, y en donde Mel y sus pupilos fueron una marioneta en manos de Borja Bastón y compañía. La situación comenzaba a tensarse y tras la derrota en el Insular y semejante pintada de cara, y la hinchada dictó sentencia. El "¡Pepe, vete ya!" retumbaba en la cabeza del dolido entrenador madrileño. Mel, que siempre quiso lo mejor para el club pero pecó un poco de víctima sosteniendo que la pelota estaba en el tejado de la para mí insegura, desastrosa y desorganizada junta directiva del Real Betis Balompié.

Pepe Mel, llorando en la despedida tras su destitución.
Pero esto viene de muchos años atrás, cinco, concretamente. Acababa de comenzar el año 2011 y el Betis, por entonces líder de la Liga Adelante, era el único Segunda que se había colado en los Cuartos de Final de la Copa de Su Majestad, frente al Barcelona de Guardiola. Aquella eliminatoria sirvió, sin duda, como escaparate para un equipo eléctrico en ataque y para un ambicioso técnico. A pesar de que el Barcelona sentenció el choque en la ida (5-0) recuerdo personalmente la buena imagen mostrada por el Betis en el Camp Nou, pero sobre todo la intensa primera parte del partido de vuelta en el Benito Villamarín. La noche comenzó con un doblete esperanzador del pichichi del equipo, Jorge Molina, que posteriormente fue echado por tierra con un gol de Messi al contragolpe. Arzu hizo el 3-1 definitivo al filo del descanso y toda España se enteró de lo que era capaz de hacer aquel equipo, que no ganó la Copa, pero finalmente consiguió su objetivo principal, retornar a la Liga BBVA. Y lo hizo de la mano de Don Pepe Mel, no podía ser de otra manera.

La relación se acabó cuando, en la temporada 2013/2014, el 'Eurobetis' era el farolillo rojo de la clasificación. Pepe, entre lágrimas, abandonó el club de sus amores para poner rumbo a tierras inglesas, mientras el Betis seguía hundiéndose a pesar del continuo flujo de entrenadores que pasaban por los vestuarios del Villamarín. El equipo se despertó de su sueño Europeo en su propia cama, tras perder en la tanda de penalties ante el Sevilla F. C. y finalmente acabó descendiendo. A mitad de la siguiente temporada los ultras verdiblancos coreaban el nombre del protagonista de hoy en nuestro blog. El equipo se encontraba en la zona alta de la tabla pero no convencía lo suficiente como para garantizar el retorno a Primera División y Julio Velázquez, entonces entrenador, fue sustituido por Mel, quien volvió a conseguir el ascenso a Primera con el Betis, de la mano de una letal pareja de atacantes: Rubén Castro y Jorge Molina.


El famoso puente de Triana (Sevilla) iluminado con bengalas verdes tras el ascenso del Real Betis.

Ya saben que el fútbol es un deporte caprichoso, y como hemos mencionado al principio, en España más que en casi ningún otro sitio. En mi opinión, pienso que es lamentable que la directiva del Real Betis Balompié no haya dejado terminar el proyecto de un entrenador que tantas alegrías ha dado al respetable del Villamarín. El fútbol no tiene memoria y el beticismo no ha sido justo hace unos meses con Pepe. A España le queda mucho que aprender de países como Inglaterra o Alemania, que salvo cataclismo comparable al del Chelsea de Mourinho, dejan terminar el proyecto de equipo a la persona a la que unos meses atrás habían depositado toda su confianza. Mismamente un club grande, como el Borussia Dortmund, último clasificado en el mes de diciembre de 2014 (mes en el que Mel fue destituido), ratificó a Jürgen Klopp como el hombre indicado para sacar a los amarillos de aquella embarazosa situación. El equipo entró en Europa. Podría seguir con un millón de entrenadores víctimas del negocio que es, hoy por hoy, el fútbol español: Carlo Ancelotti, mismamente. Sin embargo, no quiero alargar esto más de la cuenta.

Hoy en día, el Betis es dirigido por Juan Merino, un entrenador de la casa, interino, hasta ahora encargado de dirigir al filial en el Grupo IV de la Segunda División B. Es cierto que ha traído algo de estabilidad al equipo, ha roto la racha de 8 partidos sin conocer la victoria, pero también cabe decir que lo ha hecho ante un Valencia renqueante y, ojalá me equivoque, pero sin estabilidad en la junta directiva no existe estabilidad deportiva ni en el equipo sevillano ni en ningún otro. Merino, ha sido ratificado por el club hasta final de temporada, aunque el fútbol te sitúa hoy aquí y mañana allí y el técnico gaditano podría pasar de dirigir a al filial en la tranquila Segunda División B, a estar en la calle si las cosas no salen como la directiva espera.

La conclusión que podemos sacar de todo esto es que la afición y la directiva esperan que un club histórico y medianamente grande como es el Betis, sea grande aún siendo un recién ascendido. Tan triste como cierto es que el equipo verdiblanco es el mejor recién ascendido de los tres, 4 puntos por encima del descenso, en una situación que seguramente Sporting, Las Palmas y los otros 5 equipos que tienen debajo, pagarían por vivir, entre ellos el mismísimo Valencia. En definitiva, hay que saber de donde se viene y cuáles son tus orígenes.

La tanda de penales del Betis-Sevilla en Europa, marcó el destino de ambos equipos. El Betis descendió a Segunda y el Sevilla ganó la Europa League por cuarta vez en su historia.

"Lo cierto es que el Betis acumula tantos presidentes últimamente, como finales tiene el Sevilla"