Toda una vida de azul y todavía tiene fuelle para empezar a escribir un episodio más en su todavía joven carrera futbolística. Ya desde sus inicios, Edu Cortina, un "guaje" rubio y con el pelo largo apuntaba maneras en el Cristo, cuando vestía la camiseta del Juventud Estadio. Quizás dentro del fútbol federado había más gente que sufría la medicina de Cortina que los que en realidad le disfrutaban.
Fuera del campo, Edu era el extremo opuesto. Todos disfrutábamos con un tío sencillo, educado, gracioso y cercano. Lo que denominábamos 'un personaje'. Pero él era cercano hasta que metía gol y es que cuando lo hacía, Edu era como los porteros, celebraba los goles en la más absoluta soledad, pero no por lo que todos pensáis. Edu corría. Era el más rápido del colegio y todos le perseguían para alcanzarle y celebrar el gol con él. Sin embargo, nadie conseguía hacerlo.
Fuera del campo, Edu era el extremo opuesto. Todos disfrutábamos con un tío sencillo, educado, gracioso y cercano. Lo que denominábamos 'un personaje'. Pero él era cercano hasta que metía gol y es que cuando lo hacía, Edu era como los porteros, celebraba los goles en la más absoluta soledad, pero no por lo que todos pensáis. Edu corría. Era el más rápido del colegio y todos le perseguían para alcanzarle y celebrar el gol con él. Sin embargo, nadie conseguía hacerlo.
Tras convertirse en la bestia negra de los rivales en Primaria, por mayores que fuesen, llegó el verano de 2006 y con él, nuestro protagonista de hoy, aquí, en La Esfera que Mueve el Mundo, cumplía el ciclo de benjamines. El verano del paso de dicha categoría a la fase alevín se antoja como un verano clave en Asturias, y es que la nuestra es una de las pocas Comunidades Autónomas de España en las que la categoría benjamín aún se disputa en la modalidad de fútbol sala. En cambio, alevín, por aquel entonces, podía ser tanto fútbol 11 como fútbol 7.
Parece ser que el Mundial de Alemania no fue el único escaparate dentro del Planeta Fútbol. Una llamada de la Real Federación del Principado alargaba la temporada de Cortina hasta la final del Campeonato de España, en donde, a pesar de volver con la cara morada por un golpe contra un jugador del combinado murciano, hubo rivales que le sufrieron... ¡Y vaya que si lo hicieron! Aún no había cumplido 10 años y Edu ya era campeón nacional. Nunca más volvió a vestirse la camiseta del Estadio porque con el salto a campo, la temporada 2006/2007, la elástica blanca patrocinada por la ya desaparecida tienda "Deportes Centeno" se teñiría de azul, del color del equipo de la ciudad: el Real Oviedo, su Real Oviedo. Desde entonces, y ya de forma ininterrumpida, vistió los colores que cualquier muchacho de nuestra pequeña ciudad sueña con enfundarse.
A medida que nuestro amigo subía los peldaños de la escalera carbayona asumía más galones de los que ya tenía innatos, añadía más convocatorias con la Selección Autonómica a su currículum, le salían las novias de debajo de las piedras, en el sentido futbolístico de la palabra, claro, y por supuesto, seguía atormentando rivales. Antes de empezar la temporada 2012/2013, Edu superó otra criba más, el paso a juveniles para, aparato fuera y pelo largo también, jugar los dos últimos años de la categoría en la División de Honor, la primera categoría juvenil nacional.
Ya en la universidad, a este jurista en proceso le surgía la oportunidad de llegar al penúltimo escalón. A Cortina le hicieron ficha con el filial, y pasó así a seguir la estela del primer equipo del Real Oviedo un sólo paso por detrás: en el Real Oviedo Vetusta, convirtiéndose así en el único juvenil de tercer año en continuar en la disciplina azul tras el cambio de categoría. Dos temporadas le bastaron al canterano para hacerse con la batuta del centro del campo del equipo de El Requexón. Su inteligentísima colocación táctica, su brega y decisión a la hora de ir al suelo y sobre todo la visión de juego y capacidad para descargarlo y desahogarlo, acompañados de una elegancia más propia de Toni Kroos que de un chaval de 20 años, llevaron a nuestro amigo ante Juan Antonio Anquela.
Bajo el mando del jiennense fue cuando el silencioso trabajo del niño rubito que pateaba un balón casi más grande que él en el Parque de Vallobín se encontró en una esquina con el ruidoso éxito. Y de bruces. La voz de los cerca de 15.000 espectadores que cada dos domingos se acercaban al Carlos Tartiere deambulaba ya de boca en boca con un sueño: que debutase uno de los suyos, uno de los nuestros. Él es, como a mí me gusta decir, un jugador que, antes de forjarse como tal, tenía ya un asiento con la forma de su trasero en el estadio del equipo de sus sueños. Un elegido que daría lo mismo por un escudo que la de decena y media de millares de personas que en vez de ir a su lugar de culto cada domingo, lo hacen cada dos. ¿La diferencia? Simple: Él puede. Edu tiene la capacidad para transformar a 15.000 locos sentados detrás de una valla en gasolina para correr, el sonido de las palmas en oxígeno para sus pulmones y las canciones de aliento del Fondo Norte, en coraje y corazón.
¿El desencadenante de esto? Pues, además del trabajo realizado desde su fichaje, el gol de todos. Fue en un simple partido de Tercera División cuando Cortina dio un golpe sobre la mesa. Ocurrió en Mareo, la mañana del 9 de abril de 2016, en un Sporting "B" - Oviedo "B". Allí, el centrocampista demostró, además, su capacidad de llegada empujando un balón a la red desde segunda línea. Ese gol tenía mucho más significado en Oviedo de lo que en realidad puede decirnos un simple tanto de empujar, era el gol del principio del fin de una era, aunque no sirviese ni para que los azules promocionasen ni para evitar que los de Mareo lo hiciesen como campeones, logrando además el ascenso a 2ª B. Simplemente fue el gol del futuro, y su celebración, protagonista en miles de avatares en redes sociales y fondos de pantalla de móviles como el mío propio. Su nombre comenzó a retumbar en periódicos y televisiones llevándole hasta el lugar donde está hoy. Cómo mola tener a tu amigo de fondo de pantalla...
Hoy, 11 de septiembre de 2018, este chico ha cumplido un sueño que tenía desde que nació y con esta consecución también un sueño que muchos de sus allegados teníamos. Creo que el orgullo de alguien que le ha visto crecer ha quedado patente en estas palabras y espero que la seguridad y confianza que sobre él deposito también se hayan visto plasmadas. Nunca se sabe cómo puede seguir el curso de un acontecimiento como este debut, porque el camino a la cima de la montaña (rusa) del fútbol es impredecible, lo que es seguro es que un mundo nuevo se ha abierto para nuestro Edu desde que saltase al verde de Son Moix.
Desde aquí se brinda no sólo por lo vivido sino por lo vivido hoy, y sobre todo, por lo que aún le queda por vivir. Debutar con derrota nunca es agradable, pero eso quiere decir algo, y es que a Cortina, a sus todavía 21 años, le queda debutar en Liga y en su casa, con su gente, su afición, su familia y el balón. Aquel balón que apenas podía patear en el Parque de Vallobín. También, esperemos, con todos los que le hemos visto crecer y hacerse el futbolista que hoy por hoy es y sobre todo, con los que hoy se nos ha puesto la piel de gallina escuchando su apellido de la boca del comentarista del Mallorca - Real Oviedo.
Parece ser que el Mundial de Alemania no fue el único escaparate dentro del Planeta Fútbol. Una llamada de la Real Federación del Principado alargaba la temporada de Cortina hasta la final del Campeonato de España, en donde, a pesar de volver con la cara morada por un golpe contra un jugador del combinado murciano, hubo rivales que le sufrieron... ¡Y vaya que si lo hicieron! Aún no había cumplido 10 años y Edu ya era campeón nacional. Nunca más volvió a vestirse la camiseta del Estadio porque con el salto a campo, la temporada 2006/2007, la elástica blanca patrocinada por la ya desaparecida tienda "Deportes Centeno" se teñiría de azul, del color del equipo de la ciudad: el Real Oviedo, su Real Oviedo. Desde entonces, y ya de forma ininterrumpida, vistió los colores que cualquier muchacho de nuestra pequeña ciudad sueña con enfundarse.
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Edu Cortina, disputando un partido con las categorías inferiores del Real Oviedo en La Toba (Avilés) |
A medida que nuestro amigo subía los peldaños de la escalera carbayona asumía más galones de los que ya tenía innatos, añadía más convocatorias con la Selección Autonómica a su currículum, le salían las novias de debajo de las piedras, en el sentido futbolístico de la palabra, claro, y por supuesto, seguía atormentando rivales. Antes de empezar la temporada 2012/2013, Edu superó otra criba más, el paso a juveniles para, aparato fuera y pelo largo también, jugar los dos últimos años de la categoría en la División de Honor, la primera categoría juvenil nacional.
Ya en la universidad, a este jurista en proceso le surgía la oportunidad de llegar al penúltimo escalón. A Cortina le hicieron ficha con el filial, y pasó así a seguir la estela del primer equipo del Real Oviedo un sólo paso por detrás: en el Real Oviedo Vetusta, convirtiéndose así en el único juvenil de tercer año en continuar en la disciplina azul tras el cambio de categoría. Dos temporadas le bastaron al canterano para hacerse con la batuta del centro del campo del equipo de El Requexón. Su inteligentísima colocación táctica, su brega y decisión a la hora de ir al suelo y sobre todo la visión de juego y capacidad para descargarlo y desahogarlo, acompañados de una elegancia más propia de Toni Kroos que de un chaval de 20 años, llevaron a nuestro amigo ante Juan Antonio Anquela.
Bajo el mando del jiennense fue cuando el silencioso trabajo del niño rubito que pateaba un balón casi más grande que él en el Parque de Vallobín se encontró en una esquina con el ruidoso éxito. Y de bruces. La voz de los cerca de 15.000 espectadores que cada dos domingos se acercaban al Carlos Tartiere deambulaba ya de boca en boca con un sueño: que debutase uno de los suyos, uno de los nuestros. Él es, como a mí me gusta decir, un jugador que, antes de forjarse como tal, tenía ya un asiento con la forma de su trasero en el estadio del equipo de sus sueños. Un elegido que daría lo mismo por un escudo que la de decena y media de millares de personas que en vez de ir a su lugar de culto cada domingo, lo hacen cada dos. ¿La diferencia? Simple: Él puede. Edu tiene la capacidad para transformar a 15.000 locos sentados detrás de una valla en gasolina para correr, el sonido de las palmas en oxígeno para sus pulmones y las canciones de aliento del Fondo Norte, en coraje y corazón.
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Edu Cortina, cuando la pelota le llegaba prácticamente por la rodilla. |
¿El desencadenante de esto? Pues, además del trabajo realizado desde su fichaje, el gol de todos. Fue en un simple partido de Tercera División cuando Cortina dio un golpe sobre la mesa. Ocurrió en Mareo, la mañana del 9 de abril de 2016, en un Sporting "B" - Oviedo "B". Allí, el centrocampista demostró, además, su capacidad de llegada empujando un balón a la red desde segunda línea. Ese gol tenía mucho más significado en Oviedo de lo que en realidad puede decirnos un simple tanto de empujar, era el gol del principio del fin de una era, aunque no sirviese ni para que los azules promocionasen ni para evitar que los de Mareo lo hiciesen como campeones, logrando además el ascenso a 2ª B. Simplemente fue el gol del futuro, y su celebración, protagonista en miles de avatares en redes sociales y fondos de pantalla de móviles como el mío propio. Su nombre comenzó a retumbar en periódicos y televisiones llevándole hasta el lugar donde está hoy. Cómo mola tener a tu amigo de fondo de pantalla...
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Celebración del gol de Edu Cortina que le dio la victoria al R. Oviedo "B" en Mareo. |
Hoy, 11 de septiembre de 2018, este chico ha cumplido un sueño que tenía desde que nació y con esta consecución también un sueño que muchos de sus allegados teníamos. Creo que el orgullo de alguien que le ha visto crecer ha quedado patente en estas palabras y espero que la seguridad y confianza que sobre él deposito también se hayan visto plasmadas. Nunca se sabe cómo puede seguir el curso de un acontecimiento como este debut, porque el camino a la cima de la montaña (rusa) del fútbol es impredecible, lo que es seguro es que un mundo nuevo se ha abierto para nuestro Edu desde que saltase al verde de Son Moix.
Desde aquí se brinda no sólo por lo vivido sino por lo vivido hoy, y sobre todo, por lo que aún le queda por vivir. Debutar con derrota nunca es agradable, pero eso quiere decir algo, y es que a Cortina, a sus todavía 21 años, le queda debutar en Liga y en su casa, con su gente, su afición, su familia y el balón. Aquel balón que apenas podía patear en el Parque de Vallobín. También, esperemos, con todos los que le hemos visto crecer y hacerse el futbolista que hoy por hoy es y sobre todo, con los que hoy se nos ha puesto la piel de gallina escuchando su apellido de la boca del comentarista del Mallorca - Real Oviedo.
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